Una, dos, tres.. ¡hasta cuatro veces he caído en la misma piedra! Pero no me avergüenzo de haberlo hecho. Reconozco que soy impulsiva, y que si una idea me atrae la persigo sin pensar en las consecuencias hasta después de haberla llevado a cabo. Ese es mi mayor error. Y sólo de errores se aprende. Somos nuestro mejor maestro. Nosotros y nuestro pasado. Nuestras caídas. Nuestros temores. Si hay algo que nos hace fuertes es el miedo. Miedo a perder a las personas que queremos, miedo a defraudarlas. Miedo a quedarnos sólos o a ser rechazados. Miedo a cometer fallos tan horribles que sean irreversibles. Vivimos constantemente rodeados de miedos, y aunque no los aceptemos ahí están. Y si hay algo que podemos hacer de ellos, es aprender.
Si alguien te quiere, te va a querer igual, tanto si fallas por ser el humano que eres, como si no.
Yo también he tenido personas a mi lado que me han marcado de forma imborrable y demasiado especial, y hoy no están conmigo. Me duele. Me duele como un puñal, pero es la verdad. Y la verdad siempre hiere.
Llorar a alguien que quieres no es signo de debilidad, ni mucho menos, es demostrar que ese persona te importa de verdad, y que aunque quizás hoy día ni te mire a los ojos, tú seguirías dando la cara por ella.
Hay días de recuerdos, recuerdos que duelen y desgarran como nada lo hace. Es duro olvidar a alguien que dio mucho que recordar, pero no podemos vivir en el pasado. Debemos quedarnos con los buenos momentos, los más bonitos y aferrarnos a ellos; eso es lo grande de las amistades. Si quieres a alguien mirarás por esa persona antes que por ti. Y si es feliz, aunque sea sin tenerte a su lado, alégrate por ella, deséale lo mejor y la vida dirá. ¿Quién sabe..? A lo mejor un día está de vuelta.
( Yo sí que voy a quererte siempre. 26;1O. )
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